martes, 19 de abril de 2011

Desandar huellas de cien años

En el año del centenario de nuestro pueblo es necesario y apropiado recordar, conocer y reflexionar acerca de la historia que hay detrás cada una de las obras que apreciamos y de hombres y mujeres que impulsaron hacia el Embalse que encontramos hoy.


Es todo un desafío y una gran responsabilidad retomar sucesos de casi cien años atrás ya que no fuimos protagonista en ese contexto, pero resulta apasionante abrir el “baúl de los recuerdos” para encontrarnos con las respuestas a muchas preguntas que nos implican como embalseños: ¿Cuáles son las personalidades responsables de lo que hoy somos? ¿Cuáles fueron los hechos más importantes de esta historia? ¿Cuáles eran las costumbres de aquel entonces?



Así como El Corresponsal deja huella en la historia embalseña para que alguien dentro de años lo lea, esta vez me permito desandar el camino ya hecho. Por esto en cada edición del periódico, mostraré cronológicamente las diferentes décadas y etapas más destacadas de nuestra localidad.
Hace 500 años atrás en estas tierras encontramos a los comechingones. “Los que viven en las cuevas” es el significado de su nombre, bautizados así por su tribu vecina, los Sanavirones. Todo el Valle de Calamuchita fue habitado por ellos. Se vestían con un delantal largo o faldellín, una camiseta y una manta, por lo general la lana obtenida de camélidos que criaban en cantidad. Si bien prácticamente la cultura comechingona fue devastada por los invasores, las fuerza y perseverancia en la lucha de este pueblo dejo rastros. En la actualidad el nombre de muchos de los caciques comechingones designan lugares geográficos como Totoral o Ascochinga.


Nuestra historia comenzó un 10 de diciembre de 1911 cuando se hizo presente el señor Ministro de Obras Públicas don Exequiel Ramos Mejías para colocar la piedra fundamental del dique en la Quebrada del Río Tercero. La misma quedo bajo las aguas del lago, la constancia de esa fecha lo indica hoy la placa ubicada en barrio El Pueblito.
Esta piedra formó parte del proyecto inglés de irrigación de la empresa que construía tramos de las vías del Ferrocarril Central Argentino. Como las aguas del río Ctalamochita arrasaba con las mismas, decidieron presentar un proyecto al gobierno nacional de un dique tipo gravedad de 291 millones de metros cúbicos, el cual fue aceptado.
Lo que se hizo fue un pequeño muro de desvío, un túnel de 360 metros de longitud para desviar las aguas, se fabricaron los bloques de cemento y se comenzó a construir la usina hidroeléctrica de 1000 HP (que quedó bajo las aguas del Piedras Moras) que trasladaba por una línea hasta la subusina ubicada a metros del dique (actual Museo municipal)
En 1914 este gran proyecto se abandonó. Hay dos hipótesis, una el comienzo de la primera guerra mundial y la otra de que no era viable de realizar por las condiciones del río.
Dos personalidades destacadas sin duda fueron los ingenieros civiles Santiago Enrique Fitz Simón y Juan Carlos Alba Posse, quienes en 1927 continúan esta obra realizando un nuevo proyecto para el dique del embalse.
Todo lo que vemos actualmente fue pensado y llevado a cabo por ellos. El dique principal (lo que conocemos como el muro), el dique auxiliar (el muro de tierra cercano a playa el ceibo), obra de toma inferior (la torre chica), la torre de toma para usina hidroeléctrica (torre grande), el vertedero y la usina hidroeléctrica con potencia de 15 mil HP.
El nombre de Alba Posse no es tan recordado ya que abandonó la obra antes de terminarla en 1931 por contraer tuberculosis (enfermedad que lo llevó a la muerte). Así mismo él fue junto con Fitz Simon la cabeza generadora de todas estas obras, quien planificaba y calculaba para que todo saliera bien.
En tanto, Santiago E. Fitz Simón estuvo más presente y culminó el mayor dique de Sudamérica que fue inaugurado el 9 de julio de 1934. En la Comisión Homenaje “a su memoria” (Cba, 1957) lo definen así: “afectuoso y emotivo en sumo grado, no obstante su viril y enérgica personalidad, quiso y logró hacer de Embalse un pequeño paraíso”.
Durante la construcción de esta inmensa obra trabajaron obreros del país y del exterior como ingleses, yugoslavos, franceses, checoslovacos, italianos y españoles. La obra tuvo sus altibajos por la crisis del 30, pero del 33 al 35 se aceleró con un empujón que permitió culminar la construcción de las tomas de agua, el murallón, los dos puentes de arco (el del vertedero y el de las vacas) y la usina en 1936.
Fitz Simon además de su carisma y amistad nos dejo la obra de segunda usina que fue proyectada por él junto a Antonio Torino y Otton Jaskowsky para ampliar la capacidad de generación hidroeléctrica.
Sin dudas muchos cambios se distinguen ya casi a cien años de aquel entonces cuando estos ingenieros entregaron todo su talento y conocimiento para llegar a concretar estas obras. Pero fueron los que hicieron el Embalse que hoy somos, a partir del trabajo efectuado por ellos es que tenemos el lago impresionante y por el cual surge nuestra localidad. Es por esto que en este centenario merecen que los recordemos.

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