sábado, 19 de diciembre de 2009

Lo que el agua se llevó

Sin dudas vivir este acontecimiento no es lo mismo que contarlo. Muchas personas del barrio decían, “esto hay que vivirlo porque te lo pueden contar pero no es lo mismo”. Por esto, aquí van algunos testimonios de familias que perdieron todo. Una inundación histórica para Embalse.

La madrugada del martes 24 de noviembre ocurrió algo desastroso que marcó la vida de muchos embalseños. Una lluvia que en media hora, logró inundar algunas casas del Barrio Escuela, Santa Isabel y Aguada de Reyes.

Una de las calles afectadas fue Manuel Belgrano, cerca de la escuela Belisario Roldan. Sobre esta calle vive Gisela, quién vivió junto a su esposo e hija en carne propia lo ocurrido y sufrió las consecuencias de este temporal. Así lo relata ella: “La verdad que fue un susto porque yo estaba acostada y mi marido me decía: mira gorda pasa el agua en la calle. Así que me levante y estaba entrando agua por todos lados. Cerramos las puertas con llave, mi marido tenía la puerta del patio y yo tenia la puerta de adelante. Y cada vez era más y más agua, en un momento explotó la puerta de atrás y entró con todo. Así que fui a agarrar la gorda, todo rápido, y ya el agua estaba llegando a la cama”.
El viernes por la tarde Gisela y su hija, se encontraban limpiando su hogar, que estaba lleno de olor a humedad y a podrido. Algunos muebles los puede recuperar, otros ya no. Perdió el televisor, toda la ropa y la heladera. La marca del agua en la pared indicaba más de medio metro.
“A las 3 y algo, después que se terminó todo apenas empezó a bajar el agua nosotros nos fuimos a la plaza que había poco agua, y ahí estábamos con frío re mojados. Fuimos a la casa de una vecina que nos ayudó, nos socorrió y nos prestaron ropa para la Sabri (su hija) que estaba desnudita. Y ahí empezó a bajar el agua. Ya una vez que bajo cerramos todo con llave, y nos fuimos a la casa de mi mamá, a las 8. Obviamente esa noche nadie durmió”, expresó.
Sobre la misma calle también vive Walter, es comerciante, su única fuente laboral que es el almacén, lo perdió. “Normalmente estábamos acostumbrados a ver agua pero hasta el cordón de la vereda. Y de repente empezó a subir acá al piso y en menos de cinco minutos vino una avalancha de un metro de agua más o menos y por negligencia o por miedo abrimos las puertas y bueno, nos llevo mercadería. Pasamos momentos muy feos, tenemos dos bebes gemelas, las cuales no sabíamos que decisión tomar. Se le mojaron las frazaditas que teníamos en la mano en ese momento para ellas y estaban pasando frío”, dijo Walter.
Después de esto, su familia esta analizando en irse a otro lugar por temor a que vuelva a ocurrir. “Todos hemos sido dañados, moralmente en primer orden, y luego económicamente. Porque uno tiene que seguir afrontando esto todos los días en adelante, y bueno siempre con ese miedo”, expresó. Un vecino le prestó el local para vender algunas gaseosas que le quedaron.
La familia de Walter fue alojada en los hoteles de la Unidad Turística por una cuestión de infección de su hogar. El patio se encontraba lleno de barro mezclado con caña, palos, materia fecal, entre otros, que en poco tiempo iba a ser juntado por la Municipalidad.
Es increíble pero algunas personas aprovecharon la circunstancia para robarle algunos productos que vendía. “En lo personal me vinieron a ayudar, pero también fui saqueado por algunas personas que abusaron de la falta de control. Algunas personas se presentaron acá para ayudarme y aprovecharon la circunstancia”, dijo.
Silvina que vive al lado de Walter también debió dejar su casa hasta que no se desinfecte bien, ya que además de la suciedad que traían las aguas el pozo negro de su casa rebasó. Su patio estaba desbordado de barro y suciedad de todo tipo.
En la casa de la madre de Silvina, que vive al lado de ella, vivió momentos muy fuertes, ya que se encontraba adentro de la casa con las dos nietas, y al frente de su casa se acaparó una garrafa de gas que estaba abierta. Así que tuvieron que apagar todas las velas por miedo a que explote, y esperar a que se acabe.
Nilda Aranda que vive en la calle Islas Malvinas, relata lo que vivió: “Las chicas me llaman por la ventana, y me dicen: hija no se asuste, pero salga que es inundación. Yo pensé que estaría ahí para verse, eso era la una de la mañana. Y digo yo voy a ver. Estaba rezando para que se cortara la tormenta. Cuando bajo los pies así de la cama, el agua me llegaba a la rodilla. Me dicen que salga por la puerta del pasillo, porque yo también soy operada de la rodilla. Y quiero abrir esta puerta y el living ese que esta en la cochera ya estaba haciéndome fuerza ahí y no me dejaba abrir la puerta. Yo tenía miedo de caerme. Salgo ahí y estaban las chicas. Bueno yo me largue a gritar, y me olvide de mi marido. Viene mi nieto y me dice: ¿y el tío? (así le dicen) ah me olvide de él”, expresó.
Su esposo se debe realizar diálisis todos los días a las cinco de la mañana. Así que la gente de la Municipalidad tuvo que sacarlo en una canoa.
Tanto Gisela, Walter, Silvina y Nilda, agradecieron al apoyo y la colaboración de la Municipalidad, de los Bomberos y la gente del barrio. “La atención de la Muni es impagable. A mi me pusieron cuatro hombres acá, me sacaron todas las cosas. Trabajando desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche. Me sacaron dos camiones con cosas. Yo no vi en otro lado el movimiento que hubo acá, y lo que colaboro la Muni”, dijo Nilda.